"Lo que tú siembres no toma vida,
si antes no muere, pero lo que siembras es un simple grano de trigo y no el
cuerpo que nacerá"(1 Cor 15, 36-37) tomado del Semanario
Litúrgico Dominical - Hora Crucial - Pbro Germán Martínez Rodas - la conocida
"hojita del Domingo" 25 de marzo de 2012.
No
se puede hacer bien alguno cuando uno se busca a sí mismo. (Santa Teresa de Lisieux)
Encontré
a Dios allí donde me dejé a mí mismo; y allí donde me encontré a mí mismo,
perdí a Dios. (Taulero)
“Sí, Señor, tengo que morir - contigo, por medio de ti, en ti - y
así prepararme para reconocerte cuanto te aparezcas a mí resucitado. Hay tantas
cosas en mí que necesitan morir: falsos apegos, codicia, ira, impaciencia y
tacañería. Oh Señor, soy egocéntrico, estoy centrado en mí mismo, en mi
carrera, en mi futuro, en mi nombre y en mi fama.”(Henry Nouwen)
Hay
momentos de gracia, donde hacen crisis nuestras seguridades, nuestros esquemas,
nuestras maneras de vivir ... y brillan ahí esas ataduras, apegos, deformidades
ocultas en la rutina, en el bienestar. Dános, Señor el deseo de ser
liberados y de renunciar a lo que constituyen ataduras, infedelidades al querer
particular tuyo para este momento de nuestra historia personal.
La
búsqueda del rostro de Dios, hace parte del perfil carmelitano:
Esta
inquietud del ser humano se esboza en el evangelio de hoy y tiene su eco
en la antífona del salmo responsorial en la liturgia del domingo 25 de marzo ded 2012:
SEÑOR, CREA EN MÍ UN CORAZÓN PURO.
SEÑOR, CREA EN MÍ UN CORAZÓN PURO.
En
efecto, el evangelio nos muestra a unas personas que quieren VER a Jesús, y
cuando acceden a Él, lo que les responde Jesús de entrada, es:
"....(...) Yo les aseguro: si el
grano de trigo al caer en tierra no muere, queda infecundo; pero si muere, da
mucho fruto ... El que quiera servirme, que me siga, y donde yo esté, estará
también mi servidor."... Jn 12, 24.26
"El hombre busca a Dios porque
en él, sólo en él, puede encontrar su realización, la realización de sus
aspiraciones a la verdad, al bien y a la belleza. «Tú no me buscarías si no me hubieras ya encontrado antes»,
escribe de Dios y del hombre Blas Pascal (Pensamientos, VII, n. 555).
Eso significa que Dios mismo participa en nuestra búsqueda, quiere que el
hombre lo busque y crea en él las condiciones
necesarias para que lo pueda encontrar. Por lo demás, Dios mismo se acerca al hombre, le habla de sí mismo, le
permite conocerse.
La sagrada Escritura es una gran
lección sobre el tema de esta búsqueda y encuentro con Dios. Nos presenta
numerosas y magníficas figuras de los que buscan y encuentran a Dios. Al mismo
tiempo, enseña como debe acercarse el hombre a Dios, qué condiciones debe
cumplir para encontrarse con ese Dios, para conocerlo y para unirse a él.
Una de esas
condiciones es la pureza de corazón. ¿De qué se trata? aquí tocamos la esencia
misma del hombre, el cual, en virtud de la gracia de la redención obrada por
Cristo, ha recuperado la armonía del corazón perdida en el paraíso a causa del
pecado. Tener un corazón limpio quiere decir ser un hombre nuevo, que ha recibido nuevamente la vida de comunión con Dios y
con toda la creación por el amor redentor de Cristo; ha vuelto a la
comunión, que es su destino originario.
"Oh libre albedrío tan esclavo de tu libertad si no vives enclavado con el temor y amor dequien te crió" Santa Tesa de Jesús |